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El reciente incidente de CrowdStrike, que afectó a más de 8.5 millones de dispositivos según Microsoft, no es solo un recordatorio de la fragilidad de nuestros sistemas tecnológicos, sino también un llamado urgente a repensar nuestro enfoque de la ciberseguridad.
El incidente de CrowdStrike ha tenido un impacto significativo a nivel global, afectando a 8.5 millones de dispositivos Windows, según informó Microsoft. Aunque esto representa menos del 1% de todas las máquinas Windows, las consecuencias han sido graves debido a la naturaleza crítica de los servicios gestionados por los clientes de CrowdStrike. El error en la actualización del software Falcon Sensor para Windows 10 provocó lo que se ha considerado el mayor apagón informático de la historia, con efectos que se extendieron más allá del ámbito tecnológico.
En México, el incidente tuvo un impacto significativo en el sector de la aviación. El Aeropuerto Internacional de Ciudad de México (AICM) reportó que, de 834 operaciones de despegue o aterrizaje, 345 sufrieron retrasos de entre 16 minutos y hasta 8 horas, mientras que 27 vuelos fueron cancelados. Aunque los sistemas de navegación aérea de México no se vieron afectados directamente, gracias a la utilización de herramientas y sistemas propios protegidos contra interferencias externas, el incidente puso de manifiesto la vulnerabilidad de los sistemas interconectados y la necesidad de una mayor colaboración entre las empresas tecnológicas para prevenir y resolver rápidamente este tipo de situaciones.
La ciberseguridad ya no puede ser considerada únicamente un asunto técnico. Los incidentes como el de CrowdStrike demuestran que necesitamos un enfoque holístico que vaya más allá de los cortafuegos y el software antivirus. Este nuevo paradigma, que podríamos llamar Ciberseguridad 2.0, requiere la integración de múltiples disciplinas.
La incorporación de profesionales financieros en la ciberseguridad es crucial. Los actuarios y contadores pueden cuantificar los riesgos y las potenciales pérdidas de manera precisa. Esto no solo ayuda en la prevención, sino que también facilita la toma de decisiones informadas sobre inversiones en seguridad.
En 2019, el banco JPMorgan Chase implementó un modelo de riesgo cuantitativo desarrollado por actuarios para evaluar y priorizar sus inversiones en ciberseguridad. Este enfoque les permitió reducir en un 30% los incidentes de seguridad críticos en el primer año de implementación.
Los abogados especializados en ciberderecho son cada vez más necesarios. El panorama legal de la ciberseguridad es complejo y está en constante evolución. Los profesionales legales pueden ayudar a prevenir delitos y proteger los derechos de las personas y las empresas en caso de un incidente.
Tras el Reglamento General de Protección de Datos (GDPR) en Europa, los abogados especializados en ciberderecho ayudaron a empresas como Amazon a rediseñar sus políticas de privacidad y prácticas de manejo de datos. Esto no solo evitó multas potenciales, sino que también mejoró la confianza de los usuarios y fortaleció la seguridad de los datos.
Entender el comportamiento humano es fundamental en la ciberseguridad. Los psicólogos pueden contribuir desarrollando estrategias de resiliencia para las víctimas de ciberataques y, lo que es más importante, creando programas de prevención basados en el comportamiento humano.
Google implementó un programa de capacitación en seguridad basado en principios de psicología conductual, diseñado por psicólogos organizacionales. El programa, que incluye simulaciones de phishing y recompensas por comportamientos seguros, logró reducir en un 50% los clics en enlaces maliciosos por parte de los empleados en el primer año.
La incorporación de la ética desde una perspectiva humanista es fundamental en la Ciberseguridad 2.0. En un mundo donde los datos personales son cada vez más valiosos y vulnerables, debemos considerar las implicaciones éticas de nuestras prácticas de seguridad. Esto implica no solo proteger la información, sino también respetar la dignidad y los derechos fundamentales de las personas. Los filósofos y especialistas en ética pueden ayudar a desarrollar marcos que equilibren la seguridad con la privacidad, la transparencia y la autonomía individual. Además, un enfoque ético humanista nos obliga a considerar el impacto social más amplio de nuestras decisiones en ciberseguridad, asegurando que nuestras soluciones no exacerben las desigualdades existentes o creen nuevas vulnerabilidades para grupos marginados. La ciberseguridad ética no es solo una cuestión de cumplimiento, sino un compromiso activo con el bienestar humano en la era digital.
Microsoft formó un comité de ética en IA y ciberseguridad que incluye filósofos y especialistas en ética. Este comité fue crucial en el desarrollo de directrices éticas para el uso de tecnologías de reconocimiento facial, lo que llevó a la empresa a rechazar contratos que podrían violar los derechos humanos.
Mientras que el enfoque multidisciplinario proporciona el marco teórico para la Ciberseguridad 2.0, su implementación efectiva requiere un cambio cultural profundo. El incidente de CrowdStrike nos recuerda que la tecnología, por sí sola, no es suficiente. Es necesario crear una cultura de ciberseguridad que impregne todos los niveles de una organización, desde la alta dirección hasta el empleado más nuevo.
La transición hacia la Ciberseguridad 2.0 no será fácil ni rápida. Requiere un cambio de mentalidad y una inversión significativa en recursos humanos y financieros. Sin embargo, el costo de no hacer este cambio será mucho mayor a largo plazo. No podemos permitirnos otro incidente de la magnitud del de CrowdStrike.
El incidente de CrowdStrike debe ser visto no solo como una advertencia, sino como una oportunidad para evolucionar. La Ciberseguridad 2.0 no es una opción, es una necesidad en un mundo cada vez más digitalizado y vulnerable. Solo mediante un enfoque multidisciplinario y una cultura de seguridad arraigada podremos hacer frente a los desafíos cibernéticos del futuro.
Como dijo una vez el famoso experto en seguridad Bruce Schneier: "La ciberseguridad no es un producto, es un proceso". Es hora de que ese proceso incluya a toda la organización y a la sociedad en su conjunto.
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